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EVOLUCIÓN INMOBILIARIA EN MARGARITA

NUESTRA HISTORIA


Este texto fue redactado por el Sr. José Jesús Fernández F., especialmente para contar nuestra historia como Organización y como se dieron esos pasos para evolucionar en lo que es hoy CAMIENE:

        Con inocultable entusiasmo he recibido el encargo de escribir sobre la historia de la Cámara Inmobiliaria del Estado Nueva Esparta. Un honor que aspiro pueda aportar no solo aspectos de las motivaciones que llevaron a su fundación, sino que de alguna manera contribuyan a fortalecer los lazos entre los agremiados y su Cámara. Esta oportunidad que me brinda la actual Junta Directiva de CAMIENE, por voz de su Presidente Alegría Cohen, me permitirá agregar elementos que se concatenan con el tema central a desarrollar, es decir la actividad inmobiliaria y nuestra insularidad.

        La isla de Margarita, no siempre formó parte de Venezuela. Durante la época colonial perteneció a la Real Audiencia de Santo Domingo, luego al Virreinato de la Nueva Granada, y es a partir de 1777 cuando pasa a formar parte de la Capitanía General de Venezuela. Ya integrada a Venezuela, la Isla es incorporada al Departamento Orinoco; más tarde en 1817 pasa a ser uno de los 15 estados de la República y así hasta 1881 cuando es incorporada al Gran Estado Guzmán Blanco; luego formará parte del Estado Miranda y posteriormente de otro Estado que se llamó Aragua Miranda, capital La Victoria. En 1904, nuestra Isla se convierte en la sección Oriental del Distrito Federal y finalmente en 1909 se le devuelve el nombre que le había otorgado el Libertador, Estado Nueva Esparta. (1) como verán sin cambiar de lugar fue una “Isla viajera” y como es de suponer la tarea para la localización de documentos, títulos de propiedad, testamentos, donaciones etc., representaron y representan un reto que no siempre tuvo los resultados esperados.

        LA COLONIA. La costumbre española de registrar todos los actos de gobierno se traslada también a las Colonias Americanas, y gracias a esa costumbre se pudo hacer valer y demostrar la tradición de muchas propiedades, tal como ha pasado en nuestra Isla, a pesar de que muchos de esos documentos fueron quemados durante la incursión de Lope de Aguirre (El Tirano Aguirre) a Margarita en el año 1561, pero gracias al registro que hacían las autoridades eclesiásticas aún se conservan en el Archivo Diocesano de la Isla, valiosos documentos de la época colonial. La declaración de nuestra Independencia, 5 de Julio de 1811, origina la ruptura del orden político e incide igualmente en la documentación. No obstante el hecho de la separación de la Corona Española, algunas instituciones preservaron su estructura y continuaran en su ejercicio.

LA ASUNCION

        LA REPÚBLICA. Echemos una mirada al comportamiento o a la evolución de la propiedad documentada en nuestra vida republicana, como, pieza fundamental de la actividad inmobiliaria. Hasta los primeros años de la Republica, los escribanos incluyeron en los Libros de Protocolos todas las escrituras, vale decir: compra venta, testamentos, donaciones y transacciones comerciales, a manera de ejemplo y con libertad narrativa, cito algunas transcripciones recopilados por Nicanor Navarro en uno de sus libros:

"…La Asunción, 15 de julio de 1833, documento por el cual Ana María Ramírez, adquiere de su hermano José, el derecho que tenía en el fundo Pozo Grande en Los Robles…"

        En otro documento se realiza una particular promesa de compra venta:

“En Febrero de 1842 María Josefa Murguey adquiere de boca una casa de esquina por un valor de Cuatro Venezolanos con ochenta céntimos, documento éste que se registra en 1881, es decir 39 años después.”

        Con los ejemplos anteriores pretendemos resaltar que las modalidades utilizadas en aquellas operaciones o pactos de compra venta, son “mutatis mutandi” las mismas utilizadas en nuestros días: adquisición de derechos, promesas de compra venta, y todas ellas basadas en el respeto a la propiedad privada y su tradición.

        Veamos ahora otro elemento que gravita en las operaciones de compraventa de terrenos en nuestra Isla, pero de manera muy particular en el Municipio Mariño; me refiero a los títulos de propiedad de la Comunidad “Francisco Fajardo”. El poblado Indígena de los waiqueries que ubicaremos para los efectos de su actual localización relativa, en el sitio conocido como Palguarime, recibe de la Corona Española títulos sobre una legua cuadrada de terreno, (aproximadamente 24 kms cuadrados). Una vez declarada la Independencia de Venezuela, la Comunidad le exige al Gobierno Provincial de Margarita, el reconocimiento de esos títulos. Ante tal acción, el Gobierno Provincial de Margarita, por Ley del 20 de Mayo 1820, condiciona dicha exigencia a la presentación de documentos que los avalen, los que según los solicitantes se habían extraviados en los procesos de la guerra de independencia. Años después, el 1 de Abril de 1827, los miembros de la Comunidad Francisco Fajardo, presentan un documento certificado por el Gral. Rafael de Guevara, de tres (3) concesiones de solares hechas por el Gobernador de España en Margarita, Miguel de Herrera en 1798 y 1801 a vecinos del Pueblo de La Mar. Como consecuencia de las pruebas presentadas, el Gobierno de la Provincia en 1835 nombró peritos para la mensura y demarcación de los linderos de los territorios indígenas y los puso en posesión de ellos. El 2 de Abril de 1836, el Congreso Nacional, ordenó que quedara en nombre de los indígenas la distribución de esas tierras entre familias individuales. Posteriormente, la Comunidad Francisco Fajardo, adquiere de la Sucesión Ortega, por una compraventa debidamente registrada, una extensión de terreno que abarca una poligonal que imaginariamente podemos trazar desde la Boca de Mapurite, (Hotel Hilton/Venetur) hasta el Cerro El Papelón, (linderos Maneiro Arismendi) y luego, entre las riberas de mar y las del Rio El Valle. No nos corresponde en esta oportunidad analizar ni comentar los inconvenientes o confusiones, que han surgido con algunos de los títulos otorgados por las distintas Juntas Directivas de la mencionada Comunidad, ya que solo nos atañen las citas históricas.

        Con la exposición anterior he querido resaltar la importancia de las escrituras (escribanos) en todas las épocas de nuestra historia y el respeto que desde la Revolución Francesa se le otorga a la propiedad privada. En ese orden de ideas y antes de referirnos a las motivaciones que dieron origen a CAMIENE, me permitiré unas breves líneas sobre la columna vertebral de las operaciones de compra venta de bienes inmueble, vale decir de las Notarías y Registros en nuestro País. En el año 1835, el Estado Venezolano reglamentó y organizó el Registro Público Civil, separando los protocolos por áreas: Protocolo Primero, compraventa; Protocolo Segundo, Poderes; Protocolo Tercero, Testamentos; P. Cuarto, Censos y Préstamos; Protocolo Quinto, Cancelaciones; Protocolo Sexto, Contratos; Protocolo Séptimo, Reclamaciones; Protocolo Octavo, Publicaciones de Leyes; Protocolo Noveno, Fianzas; y Protocolo Décimo, Otros Negocios. En el mismo año se crea la figura de Registrador Principal y Registradores Subalternos.

        Entre 1976 y 2006, las Notarias, Registros Principales y Subalternos operaban en forma autónomas, los procesos de cada una se manejaban de manera distinta. El 22 de Diciembre de 2006, fue centralizado el servicio de Notarías y Registros y comienza a operar desde el 2008.


LA MEDIA NARANJA

        LA CÁMARA INMOBILIARIA, La Cámara Inmobiliaria de Venezuela, se funda en el año 1966, y por unos momentos detengámonos y veamos que ocurría ese año en nuestro país. Se suspendieron las garantías constitucionales por diversos ataques terroristas, 4.000 efectivos militares allanan la Residencia N° 1 de la U.C.V., el ejército venezolano ocupa la isla de Anacoco, estallan artefactos incendiarios en Sears Roebuck. Es decir, en aquel ambiente que no es necesario calificar, Casimiro Vegas Rolando, acompañado de un grupo de visionarios, acuerdan fundar la Cámara de la Propiedad Horizontal y Bienes Raíces, que posteriormente se llamará Cámara Inmobiliaria de Venezuela. Aquellos hombres en un período de aguda inestabilidad socio-política y económica, se empinaron sobre las dificultades y miraron hacia los que estaba por venir, navegar contra marea es y será, la diferencia entre la inercia y la diligencia.

        Hasta mediados de los años setenta (1974-1975) la actividad inmobiliaria en la Isla de Margarita, se desarrolló de una manera armónica entre la población existente y el marco financiero de entonces. Por un lado estaban los entes del Estado: Vivienda Rural y el Banco Obrero, y por el sector privado, las Entidades de Ahorro y Préstamo y la Banca Hipotecaria. El acceso a los componentes de ese espacio lo determinaban los ingresos personales y en algunos casos familiares. La clase media emergente encontró en La Margarita E.A.P. y el Banco Hipotecario de Crédito Urbano, los recursos para la construcción o adquisición de sus viviendas. Aparecieron los promotores inmobiliarios y con ellos los nombres de, Sabanamar, Jorge Coll, Playa El Ángel, Costa Azul, Dumar; y la construcción del primer edificio bajo el régimen de propiedad horizontal, Edificio Horizonte, ubicado en la Calle Marcano de Porlamar.

        La Zona Franca como antecesor al régimen de exenciones tributarias conocido como Puerto Libre, marcó para el Estado Nueva Esparta un antes y un después. La Margarita, con sus costumbres y sus tradiciones, se fue deslizando inexorablemente hacia un desarrollismo a “la libre” que le trajo indiscutibles beneficios económicos y también un inocultable deterioro socio-cultural. Bien, el Puerto Libre convirtió a la Isla en un nuevo Dorado para el sector comercio que requería de locales y viviendas de un mercado con limitadas ofertas. Como era de esperar no solo comenzaron a llegar y a emerger personas del mundo inmobiliario organizado, sino también los famosos corredores de maletín. En el argot de la minería venezolana había estallado una “bulla” y estaba localizada en Margarita, un festín para propios y extraños. En ese ir y venir de promotores inmobiliarios, curiosos, vendedores de Panamá, de Curazao y Colombia; la Isla de Margarita se había convertido en un desorden atractivo por aquello de que: “En río revuelto…", situación que abarca un espacio tiempo de más o menos 5 años. En esa tierra de nadie, surgieron los primeros chispazos de preocupación por lo que ocurría y sin temor a equivocarme, creo que la idea provino de Carlos Torcat R., tenía la capacidad de convocatoria que se evidenciaba en las concurridas y animadas reuniones que semanalmente realizábamos. Varios temas concentraban nuestro interés, el primero la Fundación de la Cámara Inmobiliaria de Nueva Esparta, pero de igual manera los cambios tangibles de su casco urbano tradicional y el doloroso proceso de darle la espalda al mar. Trazamos la ruta, al tiempo de conocer los Estatutos de la Cámara Inmobiliaria de Venezuela, allí estaban los fundamentos, vinieron las discusiones y luego las convocatorias con el propósito antes dicho, y llegó el día de la Asamblea Fundacional. El salón de reuniones de la sede de la Cámara de Comercio de entonces fue rebasado en su capacidad, se eligió el sistema de planchas para las postulaciones. El interés en formar parte de aquella histórica primera Junta era manifiesto, en medio de aquella particular pugna, surgió la idea de un presidente de consenso que estaría acompañado por los electos uninominalmente. El querido amigo y recordado Gabriel Perozo Piñango, sería el primer presidente de la Cámara Inmobiliaria de Nueva Esparta, y le acompañaríamos entre otros: Carlos Torcat R., Carlos Fermin, Carlos Rojas, Rogelio Ñanez, Alfredo Pereira, Wolfgan Diaz, Rafael Moraos, y otros que se han deslizado en mi esquiva memoria pero que están ahí como la flor de abrojo, que en cualquier momento reverdece. El objetivo superior que nos animaba era ordenar el desempeño de la correduría inmobiliaria en la Isla, la credibilidad de nuestra actividad estaba en juego. Al lado del buen ejercicio, competía la oferta engañosa, los problemas de titularidad y las oficinas de maletín. Sin lugar a dudas había un confuso panorama que constituían un serio desafío y hasta riesgoso para los que pretendíamos ordenar “la casa”. Quizás aquellas circunstancia nos llevaron a ser muy exigentes con los requisitos para ingresar a la Cámara Inmobiliaria, entre otros: 1- Ser persona jurídica, (hicimos una solo excepción Rafael Moraos R.) 2- Funcionar desde una oficina ubicable con patente de industria y comercio vigente, y 3 – Que la empresa tuviese por lo menos 2 años de haber sido registrada. Por otro lado, y en la búsqueda de posicionarla ante el conglomerado insular, parte de nuestra estrategia se fundamentó en establecer contactos formales entre nuestra Cámara con los Registradores y Notarios, así como con las Direcciones de Ingeniería Municipal de los distintos municipios del Estado. A la distancia de aquellos hechos y de nuestras actuaciones, creo que los objetivos fueron alcanzados. Muy pronto se nos convocó para participar en las deliberaciones de las Oficinas Municipales de Planeamiento Urbano (OMPU) y en los Consejos Empresariales, de igual manera la asistencia de Registradores y Notarios a nuestros Directorios, se hizo rutina. En resumidas cuentas, la Cámara Inmobiliaria del Estado Nueva Esparta, entró desde entonces a jugar un papel preponderante dentro de las instituciones más prestigiosas de la sociedad neo espartana.


JUAN GRIEGO

        CAMIENE HOY. Como parte de una inveterada costumbre venezolana, cada Presidente imprime a su gestión una particularidad frente al momento de su ejercicio, es cierto que podemos observar rasgos de continuidad en la observancia de los postulados empresariales que enmarcan nuestra actividad, lo cual evidencia acatamiento, disciplina y comprensión, como corresponde a un cuerpo colegiado; pero los matices de la relación de la Cámara con los agremiados y con las instituciones públicas o privadas, surgen de la visión y el enfoque del Presidente y su Junta Directiva. Esa característica, lejos de ser una debilidad, resulta en esencia su mayor fortaleza, las diferencias expuestas libremente en las discusiones de sus Directorios, evidencia la vocación democrática de sus miembros afiliados y que en lugar de convertirla en una entelequia la transforma en un ente vivo, activo y dinámico para cada una de las circunstancias que le ha correspondido actuar.

        Finalizo esta entrega con la satisfacción de que a 30 años de haber contribuido a su nacimiento y quizás más relevante que aquel acontecimiento, es haber sido testigo del esfuerzo de cada una de las Juntas Directivas que nos han sucedido, participando activamente en el futuro del desarrollo inmobiliario de nuestra región, pero particularmente deseo resaltar, el esfuerzo sostenido de cuidar con esmero el desarrollo profesional de sus afiliados, que abarca no solo el uso de modernas herramientas de trabajo sino el conocimiento “in situ” de la rica historia insular, por todo lo anterior y entendiéndola como la estrategia que ha caracterizado las gestiones de los últimos Directorios de nuestra Cámara Inmobiliaria, mis palabras de admiración y respeto. La Historia Inmobiliaria de Margarita se construye constantemente y el pasado crece en cada momento.

Pueblo de La Mar, 13 de Mayo de 2020

José Jesús Fernández F.

ACERCA DEL AUTOR:
José Jesús Fernández F.

José Jesús Fernández F.

Presidente del Consejo Superior de la
Cámara Inmobiliaria del Estado Nueva Esparta