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Convertir amenazas en activos: la iniciativa privada en la gestión del patrimonio

La recuperación del patrimonio natural o cultural ofrece oportunidades de actuación al sector privado en alianzas directas o indirectas con el sector público, incluso en ocasión de revertir desventajas o condiciones desafortunadas y convertirlas en activos social y económicamente productivos.

Una cantidad considerable de crónicas e imágenes dedicadas a la memoria urbana se despliega en las redes sociales, el cine y los medios de comunicación contemporáneos. Llama la atención la multitud de referencias a lo retro, lo vintage, la ciudad del pasado, su arquitectura y los rituales religiosos, gastronómicos y culturales en general. No resulta entonces tan sorprendente la réplica de la entrada a la estación Chacaíto del Metro de Caracas, ahora como restaurant, en Buenos Aires.

Esas miradas, con un notable dejo de nostalgia, significan, simultáneamente, un proceso de valorización de objetos de épocas pretéritas en busca de identidad y propósito vital por parte de un público cada vez más amplio, dispuesto a invertir tiempo y dinero en conocerlos, visitarlos o habitarlos. Unos deseos traducidos en una creciente demanda de testimonios naturales o construidos del pasado explican, al menos parcialmente, la aparición de ofertas para su satisfacción.

La mesa está servida para la conversión de esa valoración genérica en formas de valorización económica o, como expresaba Rem Koolhaas (2004), probablemente el arquitecto más conocido del planeta, "la preservación nos está rebasando".

Manifestaciones concretas son el turismo rural y el viaje a los pueblos de antaño. Así lo demostró desde hace varias décadas la tesonera labor de Alexis Montilla, un emprendedor andino que se dio a la tarea de crear asentamientos imaginarios como Los Aleros, La Venezuela de Antier y La Montaña de los Sueños, que han atraído a lo largo del tiempo a tantos o más visitantes que muchos poblados reales del país. Y si bien es cierto que, como decía el historiador David Lowenthal (1985), "el pasado es un país extraño", cada vez más personas desean transportarse a esa Ítaca imaginaria, materializada en hechos arquitectónicos y escenarios naturales.

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